La nave Orbitador Solar, diseñada por Europa y la NASA, salió el domingo para emprender una misión sin precedente y tomar las primeras imágenes de los polos del astro.
La sonda de la Agencia Espacial Europea (AEE) despegó sin problemas, a bordo de un cohete Atlas V-411. Siguieron unos minutos de incertidumbre en el Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC, por sus siglas en inglés), desde donde se controla el satélite. Más de una hora después del lanzamiento llegó el alivio: la sonda estaba enviando señales, por tanto, los módulos solares y la fuente de alimentación de energía estaban funcionando.
El director del ESOC, Ralf Densing, lo calificó como un lanzamiento perfecto.
“Estamos camino del Sol. ¡Adelante, Orbitador Solar!”, expresó César García Marirrodriga, director de programa de la AEE. Es un momento fantástico…
La nave, de mil 500 millones de dólares, se sumará a la sonda Parker, de la NASA, lanzada hace año y medio, al acercarse al Sol para desvelar sus secretos.
Aunque el Orbitador Solar no se acercará tanto como para penetrar en la corona del astro, una atmósfera exterior, maniobrará hasta una órbita que la llevará sobre los dos polos, que nunca han sido fotografiados. Junto con las observaciones desde la Tierra, las dos naves funcionarán como una orquesta, indicó Gunther Hasinger, director científico de la AEE.
Cada instrumento toca algo diferente, pero juntas interpretan la sinfonía del Sol, sostuvo Hasinger.
Orbitador Solar se fabricó en Europa, al igual que nueve de sus instrumentos científicos. La NASA proporcionó el décimo y organizó el lanzamiento desde Cabo Cañaveral.
Casi mil científicos
Casi mil científicos e ingenieros de toda Europa se reunieron con sus colegas estadunidenses para ver bajo la Luna llena cómo el cohete Atlas V despegaba iluminando el cielo en kilómetros a la redonda. También había gente reunida en carreteras y playas cercanas para observar el lanzamiento.
La sonda, de mil 800 kilos, pasará junto a Venus en diciembre y de nuevo el año que viene antes de pasar cerca de la Tierra y aprovechar su gravedad para modificar su ruta. Las operaciones científicas funcionarán a pleno rendimiento a finales de 2021, con el primer encuentro solar cercano en 2022 y más cada seis meses a partir de entonces.
La nave podría ofrecer por fin una vista completa tridimensional del Sol, a 150 millones de kilómetros de la Tierra.
“Con el Orbitador Solar mirando directamente a los polos, podremos ver estas enormes estructuras de agujeros coronales”, explicó Nicola Fox, director de la división de heliofísica de la NASA. De ahí proceden todos los rápidos vientos solares (…) es de verdad una visión completamente diferente.
Las observaciones de la Orbitador Solar darán información sobre otras estrellas, así como pistas de la posible habitabilidad de mundos en otros sistemas solares.
Además, ayudarán a los expertos a predecir mejor el tiempo espacial, que puede afectar a las comunicaciones en la Tierra.
Estamos muy aliviados. Todos los sistemas están funcionando, afirmó Paolo Ferri, jefe de operaciones de la misión de AEE y director adjunto del centro ESOC.
Explicó que con el despliegue de los módulos solares se había superado la fase crítica. Si algo sale mal ahora, tenemos tiempo para corregirlo, añadió.
A finales de 2021, en su órbita final
La sonda alcanzará su órbita final hacia finales del próximo año.
Uno de los instrumentos científicos a bordo de la nave es el doble telescopio PHI (Polarimetric and Helioseismic Imager), que cuesta alrededor de 100 millones de euros y cuyas imágenes permitirán sacar conclusiones sobre el campo magnético de la superficie solar. Según el Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar en Göttingen, este campo magnético impulsa todo lo demás: erupciones, corona solar, vientos solares. Las tormentas geomagnéticas o solares pueden desactivar satélites, interrumpir el suministro de energía, la navegación satelital GPS y la señal de teléfonos móviles.
El satélite tiene un largo viaje por delante. Se espera que se acerque al Sol a una distancia de hasta 42 millones de kilómetros. Según la AEE, allí su intensidad es 13 veces mayor que en la Tierra. Para protegerse de temperaturas de varios cientos de grados, la sonda tiene un escudo térmico de titanio. En la superficie del Sol hay temperaturas de alrededor de 5 mil 500 grados, en su interior éstas llegan a los 15 o 16 millones de grados. En su trayectoria, la mayor distancia entre la sonda y la Tierra será de 300 millones de kilómetros. Una señal de radio tardará 16.5 minutos en alcanzar nuestro planeta. Los equipos (de investigadores) todavía tienen que trabajar duro. Los instrumentos a bordo todavía tienen que ser ajustados, acotó Ferri.
Ha sido un largo viaje para llegar hasta aquí y transcurrieron entre 15 y 20 años desde la idea inicial hasta la implementación, agregó.
Ferri precisó que la fase de desarrollo del proyecto comenzó hace ocho años. Estimamos que, si todo funciona bien, la misión llevará 10 años, concluyó.
Los grandes misterios que la misión ambiciona dilucidar son en torno a la heliosfera, que aunque protege de los rayos cósmicos, representa una amenaza, pues está impregnada de un flujo permanente de partículas solares potencialmente peligrosas.
Uno de los principales objetivos es comprender cómo el Sol controla la heliosfera y relacionarlo con lo que se detecta en la Tierra, lo que se denomina la meteorología espacial, disciplina reciente que todavía debe concretarse.
La sonda permitirá observar las regiones donde nacen directamente los vientos solares: las imágenes permitirán visualizar las erupciones del astro.
Asimismo, se intenta conocer la variabilidad de los vientos, unas veces lentos, otras rápidos, que cuando soplan fuerte, comprimen la magnetósfera.