La Consulta Popular resultó un fracaso estrepitoso y un desperdicio de 500 millones de pesos, que fueron tirados a la basura y pudieron usarse de mejor manera.
528 millones de pesos es el presupuesto que se destinó para la realización de la fracasada Consulta Popular, en la que se esperaba que casi 40 millones de mexicanos salieran a dar el ‘Sí’, sin embargo, las cifras de participación fueron de risa.
De acuerdo al Instituto Nacional Electoral, en la consulta solo participaron 6 millones 600 mil personas, de las casi 94 millones que existen en el padrón electoral.
Pareciera una cantidad grande de votantes, considerando que se realizó la consulta en una fecha ajena al proceso electoral que se vivió el 6 de junio pasado, sin embargo, la paupérrima participación solo sirvió para demostrar que el Gobierno Federal quería tirar a la basura 528 millones de pesos.
De acuerdo a los datos oficiales, cada voto costó casi 79 pesos a los mexicanos, una cantidad altísima considerando las necesidades que vive el país actualmente.
Pero, a pesar del notorio y flagrante fracaso, los poderosos, los que toman las decisiones, siguen aplaudiendo y calificando como ‘exitosa’ la estéril consulta.
Y es que de nada sirvió que más del 97% de la gente votara por el ‘Sí’, contra apenas el 1.5% que votó por el ‘No’, pues no se llegó, ni cercano, a la participación del 40% del padrón electoral y la consulta no será vinculatoria. En palabras sencillas, la consulta no sirvió de nada, pues los resultados no alcanzaron el mínimo requerido.
Con 528 millones de pesos se construyen 3 hospitales de tercer nivel en el país, cerca de 40 hospitales de segundo nivel y más de un centenar de centros de atención hospitalaria primaria.
Hay mejores formas de tirar el dinero, pero el populismo y la demagogia de quienes gobiernan es más grande que los intereses del pueblo y, como es el pueblo el que paga sin darse cuenta, estas prácticas serán cada vez más comunes.
En el mundo de los ciegos, el tuerto es rey y en el mundo y un pueblo habituado durante largo tiempo a un régimen duro pierde gradualmente la noción misma de libertad.